domingo, 19 de enero de 2020

¿Feliz año nuevo?

Tanto miedo, tanto dolor. La incomprensión se apropia del espacio y el tiempo. Todo es un caos donde solo se puede correr a esconderse y llorar. ¿Cómo pasó esto? ¿De dónde salió todo este ruido ensordecedor que quiebra hasta las entrañas? Ya no puedo ver ni escuchar nada. Todo lo que está afuera me hace daño. Y tampoco te encuentro a vos. Y si no estás, el que se pierde soy yo.

No entiendo. Días atrás estábamos juntos y felices. La sola presencia del otro alcanzaba para descansar en paz. O pelear, ir y venir. Pero terminar juntos, abrazados. Un juego donde ganar no era llegar a ningún lugar sino recorrer el camino de la mano, a la par. No tengo ganas de comer, no voy a hacerlo. Dormir es difícil también, aunque al final me vencerá el sueño. Miro por la ventana y sé que hay un mundo afuera, pero me resulta ajeno y desordenado. A veces quisiera salir, pero siempre que pueda volver a acá. Con vos.

Sé que no siempre fui el mejor, soy complicado. Amo como puedo. Nadie me enseñó, aprendí a los golpes. Pero vos sos mi mejor versión del amor. Sé que no es perfecto, pero por favor volvé. Sé que a veces soy desordenado y tengo arrebatos irracionales, pero fue siempre parte del contrato tácito que firmamos al elegirnos. Vos tenés lo tuyo también. A veces me descuidás, o desparecés por horas y no sé nada de vos. Pero así nos aceptamos.

Pero esta vez es distinto. Te fuiste y acá parece que se termina el mundo. Hay tanta confusión que casi no puedo escuchar mis pensamientos. La presión en el pecho es cada vez más y siento que va a explotar, pero tengo que ser fuerte y aguantar. Quiero verte una vez más. Si no volvés, voy a salir a buscarte. No sé cómo, pero voy a ir. Si nos encontramos una vez, puede volver a pasar.

De a poco se diluye el barullo y se retoma cierta calma, pero todo es diferente. Las pulsaciones no bajan y la angustia no se va. Afuera pasa uno a los gritos llorando por un amor perdido. Es alguien que no se rinde y en su desesperación sale con lo poco que tiene. Imagino un final feliz para el quijote aquel, aunque bien sé que puede terminar atropellado, pisoteado por la vida. Quiero ser como él, pero me queda poca fuerza. Y parece que vuelven las bombas sobre mi cabeza. Me refugio bajo las sábanas para no salir más.


Cansada, Amapola da vuelta la llave de la puerta. Acto seguido insulta al aire por olvidarse de sacar la traba de seguridad que demora unos segundos su ingreso al departamento. Del otro lado ya había comenzado el concierto de maullidos de Boris, a quien había dejado por unas horas para pasar la noche de fin de año con amigos. Cruzó la puerta y antes de que pudiera reaccionar, el felino estaba de un salto sobre el respaldo del sillón y apoyaba la cara contra la suya, mientras un ruido a motorcito se apoderaba de la habitación. -Ya volvió mamá. Todo está bien- le susurró al oído mientras lo abrazaba y pensaba que no habrá otro amor igual.

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